sábado, 14 de junio de 2025

Coyolxauhqui: La Diosa Desmembrada de la Luna y el Ciclo de la Noche

Coyolxauhqui: La Diosa Desmembrada de la Luna y el Ciclo de la Noche

 Coyolxauhqui, cuyo nombre en náhuatl significa "la que tiene cascabeles en las mejillas" o "la adornada con cascabeles", es una deidad azteca de profunda significación en la mitología de la creación y la guerra. Representa a la Luna, y su dramático mito de desmembramiento a manos de su hermano Huitzilopochtli simboliza la victoria diaria del Sol sobre la noche, un evento cósmico fundamental para la cosmovisión azteca. Su historia es central para entender la razón de ser de los sacrificios humanos y la importancia del Templo Mayor de Tenochtitlan.

Mitos y Orígenes: El Nacimiento de Huitzilopochtli

El mito central de Coyolxauhqui es el más conocido y narrado en las fuentes aztecas:

Se cuenta que Coatlicue, la diosa madre de la tierra, se encontraba barriendo en el Monte Coatepec ("Montaña de la Serpiente") cuando una bola de plumas de colibrí cayó del cielo. Ella la recogió y la guardó en su cintura, quedando milagrosamente embarazada. Sus cuatrocientos hijos, los Centzonhuitznahua (los "Cuatrocientos del Sur", que representan las estrellas), y su única hija, Coyolxauhqui, se sintieron deshonrados por este embarazo inmaculado. Coyolxauhqui, furiosa y sintiéndose avergonzada por el honor de su madre, incitó a sus hermanos a conspirar para matar a Coatlicue.

Mientras los hermanos se dirigían a Coatepec para asesinar a su madre, el nonato Huitzilopochtli, desde el vientre de Coatlicue, recibió la advertencia de un colibrí. En el momento culminante del asalto, Huitzilopochtli nació de repente y completamente armado del vientre de su madre, empuñando su arma, la Xiuhcóatl (serpiente de fuego). Con furia divina, derrotó a sus hermanos y, de manera particularmente brutal, decapitó y desmembró a su hermana Coyolxauhqui, arrojando sus pedazos montaña abajo.


Simbolismo y Significado del Desmembramiento

El violento desmembramiento de Coyolxauhqui no es solo un relato de traición y venganza, sino un poderoso mito cosmogónico que explica fenómenos naturales y justifica prácticas rituales:

  • El Ciclo Lunar: La historia de Coyolxauhqui simboliza el ciclo diario de la Luna y las estrellas siendo derrotadas por el Sol al amanecer. Cada mañana, Huitzilopochtli (el Sol) vence a Coyolxauhqui (la Luna) y a los Centzonhuitznahua (las estrellas), asegurando el nuevo día y la continuidad del tiempo. La fragmentación de su cuerpo representa la dispersión de la luz lunar y estelar ante la aparición del Sol.
  • La Victoria del Sol y la Guerra: El mito refuerza el papel de Huitzilopochtli como dios supremo de la guerra y el Sol, así como su importancia para los aztecas como su deidad patrona. La violencia de su nacimiento y su victoria sobre sus hermanos y hermana legitimaba la guerra y la expansión del Imperio Azteca como un acto divino necesario para mantener el orden cósmico.
  • Justificación de los Sacrificios Humanos: El mito de Coyolxauhqui se convirtió en la justificación principal de los sacrificios humanos aztecas, especialmente aquellos realizados en el Templo Mayor de Tenochtitlan. La gran piedra monolítica de Coyolxauhqui, descubierta en 1978 en la base de las escalinatas del Templo Mayor, se colocó precisamente en ese lugar para que los cuerpos de las víctimas sacrificadas (a quienes se les extraía el corazón en la cima del templo) rodaran por las escaleras y aterrizaran sobre la imagen de la diosa desmembrada, replicando así el destino de Coyolxauhqui. Este acto simbólico de recreación del mito era vital para alimentar al Sol y asegurar la continuidad del mundo.

Representaciones Artísticas: La Piedra de Coyolxauhqui

La representación más famosa de Coyolxauhqui es el monolito masivo de andesita descubierto en 1978 en el Templo Mayor de la Ciudad de México. Esta escultura circular, de aproximadamente 3.35 metros de diámetro, es una obra maestra del arte azteca y un testimonio vívido del mito.

La piedra muestra a Coyolxauhqui desmembrada y decapitada, con su cabeza y sus extremidades separadas del torso, dispuestas alrededor del centro de la piedra. Su cuerpo está flácido, con sus pechos caídos y un ombligo prominente, indicando su feminidad y maternidad simbólica. Está adornada con cascabeles en las mejillas y el cabello, un cinturón de serpientes, y un tocado de plumas, que dan nombre a la diosa. La iconografía de la piedra enfatiza la violencia de su muerte, pero también la transformación de su cuerpo en un elemento celestial (la Luna). La superficie de la piedra está cuidadosamente tallada para dar la impresión de que su cuerpo está rotando, acentuando el dramatismo de su caída.

La ubicación de esta piedra en la base del Templo Mayor, específicamente en el lado dedicado a Huitzilopochtli, refuerza su papel como parte integral del ciclo ritual y la cosmogonía azteca, convirtiendo el templo mismo en una recreación del Monte Coatepec.


Relación con Huitzilopochtli y el Templo Mayor

La interconexión entre Coyolxauhqui y Huitzilopochtli es crucial para comprender el complejo entramado religioso azteca. El Templo Mayor de Tenochtitlan, el centro ceremonial más importante del imperio, era una pirámide doble dedicada a Huitzilopochtli (dios del Sol y la guerra, en el lado sur) y a Tláloc (dios de la lluvia y la fertilidad, en el lado norte).

El lado de Huitzilopochtli estaba específicamente diseñado para recrear el Monte Coatepec. La piedra de Coyolxauhqui, colocada en la base de sus escalinatas, servía como un recordatorio constante del mito fundacional de Huitzilopochtli y la victoria del Sol. Los sacrificios rituales realizados en la cima de este lado del templo eran una recreación simbólica de la aniquilación de Coyolxauhqui, lo que se creía necesario para asegurar que el Sol continuara su camino y que el cosmos no colapsara. Esta práctica no solo tenía un significado religioso, sino también político, al infundir temor en los pueblos sometidos y reforzar el poder del tlatoani y del imperio azteca.


Legado y Relevancia Actual

El descubrimiento de la Piedra de Coyolxauhqui en 1978 fue un evento trascendental para la arqueología y la comprensión de la civilización azteca, ya que permitió a los investigadores confirmar y profundizar en el conocimiento sobre sus mitos y rituales. La diosa desmembrada de la Luna sigue siendo un poderoso símbolo en la cultura mexicana. Representa la fuerza de las fuerzas naturales, la brutalidad y la necesidad de los ciclos cósmicos de muerte y renovación.

Coyolxauhqui encarna la tensión inherente entre la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, y la constante lucha de las fuerzas divinas para mantener el equilibrio del universo. Su figura nos recuerda la profundidad y la complejidad del pensamiento religioso azteca, donde cada dios y cada mito se entrelazaban para dar sentido al mundo y justificar las acciones humanas en el vasto escenario cósmico.









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